Mensaje de Plenilunio 2020

Somos un camino de libertad. ¿Somos libres?

¿Cuánta distancia hay entre nuestras idealizaciones de la vida espiritual y nuestra vida real?

Nuestro ideal es un faro que nos muestra el horizonte hacia el que caminamos.

Pero ¿dónde estamos?

Miremos nuestro presente, mirémonos a nosotros mismos. ¿Quiénes somos? ¿Qué hacemos realmente con nuestra vida? ¿Dónde están nuestros pensamientos? ¿Cuál es el ámbito de nuestros sentimientos? ¿Cuáles son nuestras creencias? ¿Qué estamos tomando de la vida y qué estamos dando de nosotros mismos?

Este es el campo real en el que nos movemos. No importa cuáles sean nuestras idealizaciones. Hagámonos estas preguntas y conectémonos con lo más vital y real de nuestro ser.

Dejemos las teorías y conectémonos con nuestra humanidad.

Somos seres humanos, con toda la maravillosa complejidad que eso implica: un microcosmos. Vulnerables, frágiles, cambiantes, y a la vez dueños de un potencial desconocido.

Exploremos nuestra libertad en ese campo: en el presente, en lo real de nuestro ser. Abracemos plenamente lo que somos y trabajemos desde allí, sin expectativas, sin idealizaciones.

Ideal y expectativa no son lo mismo.

El ideal ilumina nuestro presente, traza el camino, confiere fuerza y sentido.

Las expectativas nos trasladan del presente hacia una fantasía que nos ata y que raramente se cumple.

Conectados con nuestra propia humanidad nos conectamos con los otros seres humanos, comprendemos sus luchas, sus vaivenes, sus dolores.

Encontramos la libertad necesaria para escuchar profundamente y para explorar nuestro terreno común, para trabajar juntos.

Trabajemos juntos incluyendo la complejidad. Asumamos la complejidad que tiene cualquier sistema donde hay humanidad, donde hay vida. Los infinitos matices de la realidad.

Abrámonos a lo desconocido.

Cuando no buscamos seguridades, cuando no nos afanamos por tener razón, cuando no queremos tener todas las respuestas, cuando no nos atamos a idealizaciones, cuando aceptamos plenamente la realidad y nos hacemos cargo de ella, saboreamos nuestra libertad.

Nuestra libertad es interior. No depende de nada más que de nosotros mismos y de nuestra capacidad de hacernos responsables de ella.

Nuestra capacidad de hacernos responsables es la otra cara de nuestra libertad. Libertad y responsabilidad son la clave de nuestro aprendizaje. Este binomio libertad-responsabilidad es la más genuina expresión de la Ley de la Renuncia.

¿Somos libres? ¿somos responsables?

Dejemos las teorías. Volvamos a la fuente. Trabajemos desde lo real. Demos testimonio. Esta es nuestra tarea. La humanidad necesita este paso.


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